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26 de febrero, 2020El enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China está lastrando el crecimiento del comercio internacional y de la economía mundial.
Estados Unidos y China son los dos principales actores del comercio de mercancías a nivel global. Entre ambos generan aproximadamente el 21% de las exportaciones mundiales de bienes y el 24% de las importaciones. Un volumen de comercio tan elevado que afecta no sólo a las empresas de ambos países, sino a todas las empresas integradas en las cadenas globales de valor.
En el fondo esta lucha de poder económico se deriva, en primera instancia, del interés de Estados Unidos por aminorar el elevado déficit comercial que presenta respecto a China. Trump quiere equilibrar la balanza forzando al gigante asiático a realizar cambios en sus políticas económicas con el fin de que las empresas de los dos países compitan en igualdad de condiciones, y no mediante un sistema de subsidios (como ocurre con las compañías chinas).
Posición Geopolítica
Estados Unidos sigue siendo la primera potencia económica y militar del mundo, con una capacidad muy importante de control sobre el precio del petróleo, gracias a su actual condición de primer productor mundial. Sin embargo, ve amenazado su liderazgo por China, que ha emergido como superpotencia económica, colocando la bandera de sus intereses económicos en muchos puntos del planeta.
En estos momentos, el país asiático figura como uno de los principales inversores de países emergentes en África e Iberoamérica, ejerciendo un control directo sobre sus materias primas o con la ejecución de proyectos titánicos como el proyecto conocido como la nueva Ruta de la Seda.
Este último es el mejor símbolo del concepto de globalización que alberga China, y su diseño nos avanza las líneas probables que definirán el nuevo marco geopolítico y de equilibrios de poder que marcarán las relaciones internacionales y comerciales a futuro. El megaproyecto implica a más de 70 países, en los que se concentra cerca del 45% del PIB mundial y el 70% de la población planetaria, en lo que parece una operación de colonialismo económico chino.
La nueva Ruta de la Seda implica la reconstrucción de la antigua vía terrestre que conectaba China y Europa y la creación de una nueva vía marítima desde el Pacífico hasta el Mediterráneo (a través del canal de Suez), así como el aprovechamiento de la llamada Ruta del Ártico, que permite acortar los trayectos marítimos internacionales y supone un gran ahorro en términos de transporte. En definitiva, tres proyectos que expanden el dominio territorial de China hasta la misma Europa.
Fuente: Cinco Días