En los años 60 y 70 muchos países latinoamericanos, especialmente Brasil, Argentina y México, pidieron grandes sumas de dinero a acreedores internacionales para llevar a cabo planes de industrialización, especialmente programas de infraestructura. Entre finales de los 70 y principios de los 80, la deuda latinoamericana se cuadriplicó y en el contexto de la crisis mundial, los mercados internacionales se dieron cuenta de que los países de la región no podían asumir su deuda. Así, en los años 80 la deuda ahogó la economía regional y condujo a la llamada «década perdida».
La «salida» de esta crisis incluyó varias reestructuraciones de deuda (Plan Baker, Plan Brady), mucha ingeniería financiera, cesaciones de pago y heridas que no terminan de cerrarse, como demuestra el reciente caso de Argentina y los fondos buitre.
Según Oscar Ugarteche, el Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (Obela) y académico de la UNAM en México: “El servicio de la deuda se llevó una porción cada vez más grande del presupuesto que se robó a la inversión pública en infraestructura o en educación o salud. El impacto de esta desinversión fue un menor crecimiento económico que dificultó aún más el pago de la deuda y que a mediano y largo plazo creó problemas de competitividad por la falta de inversión en la infraestructura que necesita toda economía para desarrollarse”.
De acuerdo con el informe de Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe): “En 2013 el promedio de deuda se mantuvo cercano al 31% del PIB para la región. La caída del pago de intereses ha sido significativa en los últimos años en América Latina. Se trata de una tendencia de gran relevancia en la perspectiva de la calidad de las finanzas públicas, al permitir espacios para una mayor inversión y para el gasto social”.
Entre los menos endeudados de la región se encuentra Chile, que situó su deuda a finales de 2013 en los 25.401 millones de euros, equivalente a un 12,81% de su PIB, una de las más bajas de América Latina y del mundo. Mientras que en términos per cápita, se mantuvo igual a la del año anterior, en 1.420 euros.
México, por su parte, tiene una deuda de 43% de su producción anual, lo que no representa ningún peligro comparada con su capacidad productiva, aunque conviene destacar que su deuda externa se duplicó en tan sólo 6 años, de 2006 a 2012, debido tanto a las bajas tasas de interés que Estados Unidos y, por otro lado, el “momento mexicano” que se vivió entre 2007 y 2011.
En cambio, la economía más importante de la región, es la de mayor deuda: Brasil (68%).
El peso de la deuda del resto de naciones de América Latina en proporción a su PIB de 2012, fue la siguiente: Venezuela (57%), Uruguay (53%), Argentina (44%), Bolivia (33%), Colombia (32%), Perú (19%), Ecuador (18%) o Paraguay (11,3%).
Podéis ampliar la información en los siguientes enlaces:
La marcha económica de América Latina
Las Américas: desafíos crecientes
¿Qué diablos es la deuda externa?
How2Go Consultoría de Internacionalización