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3 de agosto, 2020Recientemente, las autoridades en Europa y Norteamérica han evidenciado grandes avances en torno a la apertura gradual de sus economías, vislumbrando un panorama más alentador de cara al segundo semestre de 2020, año de grandes cambios visiblemente afectado por la COVID-19. Sin embargo, el panorama es evidentemente distinto en regiones cuyo virus ha arribado semanas detrás, incluyendo Asia y Latinoamérica, donde sus poblaciones han iniciado confinamiento desde marzo, buscando reducir contagios pero directamente disminuyendo las interacciones sociales y económicas del país y su entorno. Colombia, por supuesto, no ha sido la excepción.
Aunque se ha conversado ampliamente al respecto de esta medida, así como sus beneficios y desventajas para la sociedad, cabe resaltar que ante todo debe primar la vida de los ciudadanos, balanceando la manera de generar ingresos y mantener la economía a flote. Ejemplo de esto ha sido el sector comercio, el cual ha visto grandes disminuciones en sus ventas físicas pero replanteando el consumo interno a partir de nuevas y fortalecidas plataformas digitales, soportado por un e-commerce creciente (siendo el país actualmente abanderado en la región con 9.9% de incremento entre marzo y abril) y servicios de domicilio (delivery) más eficientes. Asimismo, el sector TIC ha tenido grandes oportunidades en diversos campos, siendo el mejoramiento de conectividad, seguridad, educación y medicina los de mayor impacto positivo.
Dinamizar la economía frente a la coyuntura existente no es tarea fácil. Países emergentes temen perder su posición privilegiada y progreso continuo presentado en los últimos años por dicho confinamiento, por lo cual los gobiernos se encuentran en búsqueda de alternativas para reducir pérdida de empleos (17% de paro en junio 2020), reactivar sectores con mayor afectación y vigorizar al tejido empresarial local, garantizando subsidios y dinamizando el consumo. La pregunta que surge, sin duda, es si éste es el momento adecuado. El 19 de junio Colombia vivió el día sin IVA (impuesto al valor agregado) como estímulo para dinamizar dicho consumo generando grandes beneficios para tiendas mayoristas y empresas de tecnología, prendas de vestir, electrodomésticos, entre otros. Sin embargo, la falta de cuidado y reglas de bioseguridad demuestran que aún hacen falta garantías para apresurar dicha apertura en cuanto los contagios siguen en aumento y la población no toma suficiente consciencia ante medidas no del todo efectivas.
Así, Colombia, al igual que muchos otros países emergentes, encuentra oportunidades para mejorar su infraestructura sanitaria y sus indicadores para reducir el impacto negativo de la pandemia. Nuevos protocolos de seguridad y alternativas de cuidado permiten observar lo que dicha “nueva realidad” trae consigo, incluyendo el reinicio de sectores de gran importancia en estas economías: servicios y turismo. Este último, por supuesto, ha de reinventarse y es llamado a ser el gran motor de desarrollo para contribuir a dicho crecimiento económico en cuanto la coyuntura mejore, sin olvidar que sólo en el país cafetero representa más del 3.8% del PIB según cifras de Procolombia. Así, el 1 de septiembre (fecha contemplada para la reapertura del transporte internacional en el país) será un día especial en cuanto Colombia y su industria se prepare para asumir este reto.
Es claro que no es el momento de retornar a la “normalidad”: es el momento de asumir este momento histórico para que dicho nuevo presente permita el desarrollo de industrias y aprovechamiento correcto de oportunidades. En cuanto la pandemia sea contenida correctamente, los gobiernos deberán establecer planes de salvamento para garantizar la producción, aumento de exportaciones y robustecer un consumo sostenible, respondiendo a las necesidades reales de los mercados, haciendo aperturas “responsables” sin sacrificar el esfuerzo que el confinamiento ha suscitado en la salud y bienestar de sus habitantes.
Artículo escrito por: Nicolás Torres