A pesar de los datos publicados hoy por el Instituto Nacional de Estadística sobre los índices de precios de exportaciones e importaciones, que confirman caídas interananuales del 1,3% y 1,6% respectivamente, encadenando 17 meses de descensos en el resultado interanual; el Foro Económico Mundial sigue clasificando a España como una de las naciones más competitivas de su ranking 2014/2015.
El estudio del WEF, realizado entre 15.000 empresarios en 144 países, elaborado partir de un centenar de indicadores económicos: instituciones, infraestructura y entorno macroeconómico, salud y educación, eficacia de mercados, desarrollo de mercado financiero, tecnología innovación…, vuelve a tener a Suiza como cabeza de serie, que lleva repitiendo puesto 6 años, seguida por Singapur, Estados Unidos, Finlandia y Alemania.
El Foro identifica que algunos países europeos muy afectados por la crisis están mejorando su situación, como Portugal (puesto 36), que ha hecho progresos en el funcionamiento de sus mercados y en la asignación de sus recursos productivos. Francia, Italia o España mantienen sus puestos anteriores.
Respecto a las economías emergentes, confirma que China, en el puesto 28, sigue ocupando el primer lugar entre ellas y que la mayoría siguen sufriendo dificultades, con Turquía, en la posición 45; Sudáfrica, en la 56; Brasil, en la 57; México, en la 61; y la India, en la 71.
Por otra parte, el informe señala que América Latina no ha hecho avances suficientes para hacer frente a sus problemas de competitividad. Así, Brasil (57º) y México (61º) han descendido en la clasificación, mientras que Chile (33º) sigue siendo el país latinoamericano más competitivo, seguido de Panamá (48º) y Costa Rica (51º).
En el caso de España, se reconoce los esfuerzos de reforma emprendidos por las autoridades para contener el déficit presupuestario de los últimos años. También ha conseguido mejorar la solidez del sistema financiero, reducir la burocracia y aumentar la flexibilidad del mercado de trabajo. Por otro lado, se debe mejorar en la percepción de las instituciones , la rigidez del mercado laboral, la baja inversión en I+D o la incapacidad para retener talento.