México atraviesa actualmente un período de dudas e incertidumbres, tanto por vicisitudes internacionales como locales.
En cuanto a clave local, debemos destacar que el nuevo Presidente López Obrador, popularmente conocido como AMLO, asumió el cargo el pasado 1 de Diciembre de 2018. Ciertas decisiones de mucho calado han hecho reducir las previsiones económicas de México para 2019, desconcertando a los inversionistas y la confianza empresarial. El gobierno del presidente López Obrador envió algunas señales que no han sido bien recibidas por parte de éstos. En este caso han supuesto cancelaciones de proyectos de infraestructura, el más relevante el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (que se iba a convertir en el tercer aeropuerto más grande del mundo), la suspensión de subastas en el sector energético por un período de tres años y una reducción sin precedentes de recortes en gasto público ha supuesto una reducción de las inversiones y disminuido la confianza de negocio. Otro de los programas que han sido cancelados es las Zonas Especiales Económicas, iniciativa de 2016 para fomentar el crecimiento económico en áreas marginales del país atrayendo inversión extranjera mediantes incentivos fiscales, ventajas aduanales y tarifarias y desregulación. Estas decisiones de carácter político, juntamente con un entorno de comercio internacional y economía mundial volátil e inesperada ha hecho reducir la previsión de crecimiento de México para este año a un pírrico 0.9 % según el FMI y el Banco Mundial y un 1.9% en 2020. Por tanto, es un dato incontestable que la segunda economía de Iberoamérica se desacelerará este año.
La pregunta será si el Gobierno continuará implementando medidas de austeridad y qué medidas de efectos en la desaceleración de la economía tendrán a medio plazo.
Otro de los grandes retos que tiene México es resolver la situación financiera de la primera empresa del país, PEMEX (Petróleos de México). Hace pocos días se anunció el Plan de Negocios de Pemex donde el objetivo es que PEMEX se convierta en el empuje y motor de desarrollo para el país.
A ello hay que añadir en el contexto internacional las disputas comerciales globales y las políticas proteccionistas de su vecino, el presidente estadounidense Donald Trump, que están generando nuevas inquietudes en el desempeño de la economía mundial y, sobre todo, en la ratificación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), donde México tiene una altísima dependencia, ya que más del 80% de sus exportaciones se destinan a Estados Unidos.
Desde la visión de la botella medio llena, el lado positivo es el hecho que México continúa manteniendo un marco macroeconómico sólido y estable, además de tener un sistema financiero fuerte, lo que permite tener cierta estabilidad en su economía.
México se encuentra por encima de coyunturas políticas y las potencialidades que ofrecen en muchos sectores harán de México un país con un flujo de comercio exterior muy considerable. Actualmente México es el 13 país importador mundial de productos y servicios y 9 exportador . El acceso de la población a una clase media constituye uno de los grandes retos y un motor para el crecimiento del país. La población es joven (una edad media de 27 años), con arraigo consumista.
Los dos grandes proyectos anunciados para este período, no exentos de polémica, son el denominada Tren Maya en el Sur de México y una nueva refinería de petróleo, Refinería 2 Bocas.
Según la Secretaría de Economía de México hay interés en inversiones y firmas de movilidad, industria tanto para aeroespacial como automotriz y de la industria de datos.
México es aún un país en desarrollo en ciertos sectores donde caben muchas oportunidades para empresas extranjeras. También se considera que es el momento oportuno para que las empresas mexicanas miren más allá de su vecino norteamericano y diversifiquen mercados.
En definitiva, habrá que esperar la evolución de los próximos meses para ratificar el enfriamiento del PIB mexicano, el más bajo desde 2009.