La relación económica entre España y Portugal es una realidad que existe desde hace muchas décadas. Su solicitud de adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE) a finales de los años 70, y sobre todo su integración simultánea en el espacio comunitario, anunciaron una nueva era en las relaciones económicas luso-españolas y han visto a ambos gobiernos trabajar en equipo para defender los intereses comunes.
España y Portugal tienen una participación similar en las cadenas de valor mundiales. Portugal destaca más en la producción y el transporte de equipos eléctricos, y España en el sector textil y farmacéutico. Están estrechamente relacionados en cuanto a sus economías y se enfrentan a los mismos retos porque se complementan.
En octubre de 2021, las exportaciones españolas a la Unión Europea aumentaron un 16,7%. De los principales socios, destacan los incrementos de ventas a Portugal (29,6%), Francia (11,6%) y Italia (11,5%). En conjunto, estos países representaron el 46,1% del valor de las exportaciones.
Las estadísticas dan cuenta de un aumento de las compras a Portugal, frente al mismo periodo de 2020, del 24,3% y un incremento de las ventas del 24,2%. Cabe señalar que este periodo en análisis compara con las cifras más bajas del comercio internacional portugués causadas por la pandemia; si comparamos con el mismo periodo de 2019, el aumento de las compras españolas a Portugal fue del 18,5% y nuestras ventas a este país crecieron un 12,3%.
Debido a su proximidad geográfica, sus buenas relaciones políticas y su integración económica, la interdependencia entre España y Portugal ha sido crucial, y los datos del Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) así lo atestiguan:
España es el principal socio de Portugal en ambas vertientes comerciales (importación y exportación), siendo en 2020 el origen del 32,6% de las importaciones globales de mercancías y el destino del 25,4% de las exportaciones. Las principales contribuciones positivas a la tasa de variación anual de las exportaciones provinieron del sector de productos energéticos, manufacturas de consumo, productos químicos y semimanufacturas no químicas.
En 2021, las exportaciones de España ascendieron a 375,15 millones de euros (298,59 millones en el año anterior). Los cinco primeros grupos de productos exportados fueron vehículos y otros materiales de transporte (15,8% del total), productos agrícolas (12,6% del total), productos químicos (12,2% del total), maquinaria y aparatos (11,5% del total) y metales comunes (8,8% del total). Las importaciones fueron de 407,69 millones de euros, contrastando con 315,82 millones en 2020.
Los cinco principales grupos de productos importados fueron maquinaria y aparatos (16,8% del total), productos químicos (14,0% del total), combustibles minerales (12,9% del total), vehículos y otros equipos de transporte (10,0% del total) y productos agrícolas (7,7% del total).
La relación comercial refleja esta relación intensa y complementaria entre dos países que no sólo son vecinos y amigos, sino también socios estratégicos en Europa y en el mundo. Las exportaciones de ambos países ya han vuelto a los niveles anteriores a la pandemia y, sin duda, los lazos económicos se reforzarán en el futuro. Las empresas españolas, que hace tiempo aceptaron el reto de la internacionalización, saben que pueden encontrar en el ecosistema empresarial portugués una propuesta de valor competitiva en el marco europeo. La proximidad, la flexibilidad, la calidad y el saber hacer de los talentosos profesionales portugueses son ahora bien conocidos y apreciados por las empresas españolas.
Como pudimos comprobar, la relación económica con España es fundamental para Portugal. Como tal, su presencia económica es decisiva, y se ha hecho cada vez más fuerte con la combinación de varios factores:
Para España, la balanza comercial con Portugal es positiva. La tendencia natural es que los intercambios económicos bilaterales sigan creciendo en contextos de expansión económica. Por lo tanto, para la expansión del mercado en Europa, Portugal es la opción natural porque los riesgos se minimizan y la inversión inicial no suele ser muy grande.
En un mundo cada vez más global, el comercio internacional se está convirtiendo en un pilar para economía y las empresas, tanto por los ingresos que genera, el acceso a los bienes y servicios necesarios para la producción de otros, como para lo que pone a disposición en términos de bienes disponible para el consumo. Así, un requisito prácticamente imprescindible para las empresas es elaborar un plan de internacionalización, o sea, un plan de negocio para las actividades de la empresa en los mercados internacionales. Para tal, deben considerar algunos aspectos principales:
Información del país de destino, o sea, estudio de mercado sobre sectores específicos. Estas informaciones servirán, en una primera fase, para identificar los mercados prioritarios y para tener un conocimiento básico del mercado del producto de la empresa en ellos: cómo es la oferta (local y de competidores de otros países), la demanda (las características de los consumidores), los canales de comercialización más empleados, cuáles son las ferias más importantes y hasta qué punto es recomendable acudir a ellas, las barreras técnicas y administrativas a las que puede encontrarse, los requerimientos técnicos, de etiquetado, etc.
Otro aspecto importante es identificar y recoger en el plan cuáles son los objetivos de su proceso de internacionalización. ¿El objetivo es aumentar las ventas, el volumen de negocio?; ¿El objetivo es aumentar la competitividad, mediante una reducción de costes, a través de la implantación en otros países en el que los costes de producción son menores?; ¿El objetivo es acceder a nuevas tecnologías?
A la hora de dar el salto a la internacionalización, es necesario conocer las peculiaridades de cada tipo de producto y, por tanto, de cada tipo de público objetivo. Las empresas españolas que deseen exportar a Portugal también deben saber que los principales mercados de consumo se concentran en la zona norte del país (distritos de Viana do Castelo, Braga y Oporto) y en el área metropolitana de Lisboa. En los últimos años se ha producido un crecimiento de la demanda en los archipiélagos y el Algarve, pero casi exclusivamente vinculado al turismo.
También hay que tener en cuenta que, aunque hay diferencias de renta per cápita entre los dos países, en algunos sectores, como la electricidad y las finanzas, ya hay una integración muy avanzada. Además, las redes de autopistas y aeropuertos de ambos países permiten llegar a las capitales en pocas horas.
Otro hecho importante es el idioma. La Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP) calcula que hay 223 millones de hablantes de portugués en todo el mundo. El idioma es una baza muy importante a la hora de establecer contactos que luego puedan fraguar en negocios, y esto es muy importante porque Portugal es un destino natural para la internacionalización de las empresas españolas y viceversa.
Desde la adhesión de Portugal a la Unión Europea en 1986, la República de Portugal, con aproximadamente 10.5 millones de habitantes, se ha convertido en un país dinámico y moderno. Los avances significativos en materia de desarrollo han sido posibles gracias a la ayuda estructural masiva de la Unión Europea. Portugal se ha centrado en una completa modernización en muchos aspectos, que los ha situado en buenas posiciones en el ranking internacional:
Clasificación de la Competitividad Global
Clasificación del Entorno Empresarial
Clasificación de la Transparencia
Clasificación Mundial
La economía portuguesa se ha modernizado, el sector bancario se ha reestructurado, ha desarrollado infraestructuras; invertido en educación y en políticas sociales; ha ampliado su base económica desde un modelo anticuado a un modelo completamente nuevo y abierto. Todo esto son puentes atractivos para la internacionalización de las empresas extranjeras. Una internacionalización que mejore la competitividad de las empresas, el desarrollo de sus procesos y tecnologías y que, por tanto, no debe verse sólo como una opción, sino como una obligación si “no queremos quedarnos donde estamos”. Otras ventajas de Portugal ser el primer destino para la expansión internacional de las empresas españolas son: una mano de obra altamente cualificada, un estilo de vida similar, afinidad cultural y un buen ambiente de negocios, salarios más bajos, así como incentivos fiscales.
No es sorprendente que el empresario español encuentre muchas facilidades para relacionarse con la administración portuguesa, gracias a las medidas de desburocratización aplicadas en los últimos años. De hecho, Portugal es el país con mayor número de filiales españolas, muchas de ellas pymes. En julio de 2021 existieron 1.623 empresas establecidas en Portugal, en diversos ramos, de los cuales: gastronomía (100 Montaditos), servicios de consultoría (Accenture Holdings), inmobiliaria (Acciona Inmobiliaria), têxtil (Adolfo Dominguez), transporte aéreo (Air Europa), médico (Amplifon Ibérica), parques aquáticos (Aqualand), entre muchos otros.
En el sector de la obra pública, por ejemplo, las cinco mayores empresas españolas del que operan en Portugal – FCC, Ferrovial, Dagrados, Sacyr y Acciona – se han adjudicado contratos por valor de mil millones de euros en el país, garantizando el 70% del mercado, hasta 2020.
En suma, podemos afirmar que España es el principal socio comercial de Portugal y la proximidad es un valor clave para profundizar en las relaciones bilaterales. Por esto, es importante potenciar las relaciones de complementariedad e integración de las cadenas de producción; aprovechar la tendencia hacia una mayor diferenciación, adaptación y personalización de los productos; y vigilar las oportunidades en las plataformas de comercio electrónico o ecommerce. La digitalización es muy útil para las empresas, porque abre ventanas a nuevos mercados, reduce los costes tecnológicos, proporciona agilidad y rapidez y da más voz a los clientes. La digitalización ofrece ventajas, especialmente a las PYME, porque pueden acceder a la tecnología como las grandes empresas y a las plataformas por poco dinero. Esto aumentará la tendencia a disminuir la importancia de las grandes inversiones extranjeras y facilitará el aumento de las exportaciones de las PYME.
El turismo sigue siendo objeto de una fuerte apuesta por ser un sector que tiene un peso económico y social considerable (supone el 14,6% del PIB portugués y el 8% de la creación de empleo), la situación actual en consecuencia de la pandemia puso de relieve la necesidad de diversificar los motores y apuestas de la economía lusa. En este sentido, los sectores que Portugal se propone ahora dinamizar y que por ello se presentan como sectores de oportunidad para las empresas españolas van desde la economía digital, la industria transformadora, el petroquímico, el logístico, el aeronáutico, la economía azul (o economía del mar) hasta todos los relacionados con la transición energética, la movilidad, tecnologías ambientales y energías renovables. La industria química se beneficia de una amplia experiencia en sectores como la extracción o el refino petroquímico, además de productos manufacturados con las soluciones más básicas con el más alto valor añadido (polímeros).
Las más de 7.600 empresas que componen el sector de las tecnologías de información y comunicación (TIC) han mostrado ser capaces de una rápida adaptación y una efectiva asimilación de nuevas tecnologías y procesos. Entre los sectores económicos clave que La Agencia para la Inversión y el Comercio Exterior en Portugal (AICEP) publica regularmente se encuentran:
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