Para nadie es un secreto que los rezagos de la pandemia nos acompañarán por mucho tiempo. A pesar de todos los esfuerzos de los países para controlar la situación, muchos sectores demorarán en recuperarse y otros, simplemente, no volverán a ser los mismos. La movilidad limitada llega a su sexto mes dejando a su paso muchos estragos en las esferas más profundas de la economía de América Latina. Y es que la región ya venía golpeada desde 2019 respecto al desempleo, reportado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT por sus siglas en español) que cerca de 25 millones de personas desocupadas se encontraron con frustración y desaliento al buscar empleo y no conseguirlo.
Aunque no se esperaba una súbita mejora para este año debido a la magnitud de la situación, por supuesto, no estaba en cabeza de ningún experto económico el cese de muchas actividades económicas a causa de una pandemia, aún cuando se evidenciaba una tendencia creciente de naciones emergentes impulsadas por la inversión, el turismo y el incremento en sus actividades comerciales. Sin duda las consecuencias han sido ampliamente visibles desde los primeros meses de la cuarentena, agravándose a tal grado de presentarse recurrentes despidos masivos por falta de recursos para cumplir con sus obligaciones, además del cierre definitivo obligado de múltiples empresas (principalmente micro y pequeñas, base de las economías latinas), dejando “en la calle” a centenares de trabajadores sumidos en la incertidumbre y la expectativa.
Son precisamente las pymes y microempresas aquellas que tuvieron que ser rescatadas con ayuda de los gobiernos por la falta de liquidez y estrés financiero porque su principal fuente, las ventas diarias, se vieron truncadas por el contexto. Las pymes son el motor de América Latina y, de acuerdo a datos provistos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), son responsables de una gran proporción de empleos e ingresos sobre todo para personas en situación de vulnerabilidad. Asimismo, la pandemia frustró diversas contrataciones y procesos de selección encaminados en mitigar el impacto del desempleo en la región, obligando a la búsqueda de nuevas alternativas para evitar el incremento en la informalidad, además de disminución en consumo y posible inseguridad. Así, es común evidenciar que una persona que pierde el trabajo tiene tres opciones: o se queda momentáneamente en esa situación, empieza una nueva búsqueda o decide volverse independiente. La revolución del empleo se le puede llamar a ese cambio de actividad por el que una persona pasa para seguir generando ingresos propios.
En el caso del Perú, un estudio de Consumer Truth demuestra que 2 de cada 3 peruanos ha reducido sus ingresos o ha perdido su trabajo. Considerando que el desempleo era ya un problema latente, es claro corroborar que esta crisis ha causado que más peruanos apuesten por el emprendimiento y las microempresas. Este fenómeno es interesante puesto que el ingenio de las personas se suma a su necesidad por sobrevivir, demostrando que el espíritu trabajador sigue en pie. Este estudio, además, menciona que el 78% está haciendo actividades que no se imaginaba hacer y que el 88% tiene interés de reinventarse. Apostar por una nueva actividad para generar ingresos es una estrategia de gran ayuda para crear empleo, contribuyendo a la recuperación de países emergentes (como Perú y similares en la región) cuyo crecimiento se apoya principalmente en dichos pequeños negocios, los cuales contribuyen con el empleo informal, el cual en dicho país ya ha alcanzado el 71% de la población ocupada. Histórico, por supuesto.
Un caso similar, se puede observar en Colombia donde la presencia de la Covid-19 ha hecho notar la capacidad de reinvención en los emprendimientos que han podido adaptar sus modelos ante la presión y darle seguimiento a las necesidades surgidas por la emergencia, encontrando una oportunidad en las áreas de bioseguridad (sobresaliendo la desinfección de espacios y venta de insumos para autocuidado), el e-commerce y soluciones logísticas. La Ley del Emprendimiento impulsada por el Ministerio del Comercio, Industria y Turismo (MinCIT) de la mano de Innpulsa Colombia, busca favorecer la reactivación económica con la apertura, consolidación y sostenibilidad de nuevos emprendimientos para aumentar el bienestar social y la equidad en el país. Será esperanzador seguir de cerca esta propuesta que impulsa la revolución del empleo y esperar que logre apaciguar los rezagos de la pandemia en el país.
Esta coyuntura, sin duda, ha demostrado el espíritu trabajador y “guerrero”, característico del latino, brindando aliento en medio de la incertidumbre. Los esfuerzos que se evidencian en esta revolución son muestra de las ganas de superación de una región llena de oportunidades, con amplio potencial de desarrollo para la inversión, el turismo y el comercio, siendo pilares para la reactivación del empleo y la recuperación de la buena senda económica pre-pandemia.
Artículo escrito por: Karen Alva