“Bueno para ti y para el Planeta”, así es cómo podemos definir los llamados productos ecológicos. En los últimos años hemos podido observar un incremento generalizado de la demanda europea de esta tipología de productos, con consumidores cada vez más concienciados con la salud y el medio ambiente. Esto supone una gran oportunidad para los productores latinoamericanos, con una oferta de productos saludables, ecológicos y tradicionales perfectos para conquistar el paladar europeo.
El área cultivada de forma ecológica ha ido en aumento en todo el planeta en los últimos años; un total de 69.8 millones de hectáreas fueron dedicadas al cultivo ecológico a finales de 2017. Destaca la región de Latinoamérica que superó los 8 millones de hectáreas ese mismo año, apostando por un modelo de agricultura más sostenible. Asimismo, Argentina es el segundo país con la mayor área agrícola orgánica (3,4 millones de hectáreas) después de Australia, convirtiendo así a Latinoamérica en un agente clave para el desarrollo de la agricultura ecológica.
Los países de Latinoamérica son los principales exportadores de soja, cerdo, maíz, aves de corral, azúcar, café y frutas y verduras. Brasil es el mayor exportador agrícola y de alimentos (USD 79,3 mil millones en 2017) en la región, seguido de Argentina, (USD 35,0 mil millones), México (USD 32.5 mil millones), Chile (USD 17 mil millones), Ecuador (USD 10.4 mil millones) y Perú (USD 8.8 mil millones). En particular, Argentina y Brasil, se encuentran entre los mayores exportadores mundiales de trigo, maíz, soja y azúcar. Por otro lado, aunque Bolivia no es un gran productor de cacao en el mercado mundial, tiene una larga tradición de producción de cacao orgánico. El Ceibo es un gran ejemplo para las empresas latinoamericanas; fue el primer productor de cacao orgánico certificado en el país, operando desde 1977 en la región de Alto Beni, y promueve los sistemas agroforestales de cacao orgánico.
Además, los resultados de la investigación de sistemas agrícolas comparativos a largo plazo de FiBL y sus socios en Kenia, India y Bolivia revelan que la producción agrícola además de resultar igual de rentable que la convencional incluso en países en desarrollo, puede aumentar la fertilidad del suelo, reducir los residuos de plaguicidas y mejorar la biodiversidad, promoviendo así la utilización sostenible de los recursos naturales de la región.
La creciente concienciación sobre el tema de la salud y la alimentación a raíz de la pandemia por COVID-19 ha supuesto un aumento gradual del consumo de productos ecológicos en Europa. Cada vez son más los que optan por reducir el consumo de alimentos con altos niveles de azúcar, sodio o grasas saturadas. Varios estudios han demostrado que el sobrepeso aumenta el riesgo de enfermedad grave o muerte por COVID-19, un hecho incluso destacado por líderes mundiales.
Esta concienciación llega incluso desde los gobiernos de los diferentes países, buscando combatir la obesidad y mejorar la salud pública. Aquí encontramos el ejemplo de México; el segundo país con mayor sobrepeso en el mundo tras Estados Unidos. México decidió seguir los pasos de otros países de Latinoamérica como Chile, Uruguay y Perú, apoyando una reforma para cambiar el etiquetado anterior de los productos ultraprocesados por uno que advirtiera claramente del alto contenido en azúcares y grasas saturadas de los diferentes productos. Los nuevos etiquetados incluyen advertencias claras como: “Alto en calorías”, “Alto en sodio” o “Alto en grasas saturadas.”
Además, la ausencia de pesticidas y aditivos químicos en los alimentos ecológicos permite una mejor asimilación de los nutrientes y vitaminas de estos productos. Igualmente, el consumo de estos alimentos ha demostrado ser beneficioso contra enfermedades como la hipertensión, la diabetes, la obesidad y otras enfermedades cardiovasculares.
Una producción ecológica además implica un proceso respetuoso con el medio ambiente, garantizando empleos dignos y facilitando su reciclaje o reutilización. Como hemos visto, los productos ecológicos han dejado de ser un mero nicho de mercado y son cada vez más populares entre clientes que buscan así respaldar un consumo más sostenible.
En Latinoamérica, donde destacan sus inmensos recursos naturales, es imprescindible mantener y proteger unos estándares de calidad. Como era de esperar, los consumidores demandan una gran calidad asociada a estos productos que comienza por el uso de ingredientes de categoría y transparencia en el etiquetado. Para ello, han elaborado diferentes métodos que certifiquen que realmente se trata de un producto ecológico.
Por un lado encontramos la famosa certificación ecológica europea bajo el Reglamento CE N.º 834/2007, estableciendo el marco jurídico comunitario europeo para la producción, importación, etiquetado y comercialización de los alimentos ecológicos en los diferentes Estados Miembros. Además, algunos países poseen sus propios sellos certificadores complementarios como por ejemplo Demeter, Bioland y Naturland en Alemania o como la certificación ecológica danesa Ø (Stats-kontrolleret Økologisk).
El mercado europeo de alimentos ecológicos es un mercado atractivo y dinámico, lleno de oportunidades para las empresas latinoamericanas del sector. Como hemos visto, los nuevos hábitos de consumo más saludables y la creciente preocupación por el medioambiente han sido la combinación perfecta para impulsar la demanda de estos productos. En 2018 el volumen de mercado ecológico europeo alcanzó los 40.700 millones de euros, con un aumento de casi un 10% respecto al año anterior. A continuación, veremos algunos de los países más atractivos para estos productos ecológicos.
En primer lugar, Alemania lidera el consumo de productos ecológicos con un 27%. Es uno de los más relevantes y dinámicos del contexto internacional, sin embargo, su escasa producción local hace que sea un país muy dependiente de la oferta externa, lo que supone una gran oportunidad para el resto de los productores europeos y latinoamericanos, especialmente para España gracias a su gran superficie agrícola. Además, el mercado alemán está estrechamente relacionado con el austríaco, que posee uno de los mayores gastos per cápita de productos ecológicos a nivel internacional.
En segundo lugar, encontramos el mercado francés con un 22%, superado los 8.000 millones de euros en 2017. Al igual que en Alemania, la producción local no es suficiente para cubrir la demanda, lo que supone de nuevo una gran oportunidad para la entrada de productos extranjeros.
Por otro lado, el mercado holandés de alimentos ecológicos está en plena expansión. Observamos esta tendencia en el consumo de los últimos 5 años ya que mientras el sector de alimentación convencional crece un 3 % anualmente, el mercado eco supera el 10%. Los productos BIO son sinónimo de calidad y los consumidores holandeses lo saben.
Finalmente, en cuanto a los países nórdicos, las ventas de alimentos ecológicos en Dinamarca se han triplicado en la última década. Este es un mercado particularmente atractivo ya que posee la mayor cuota del mundo en el consumo de alimentos ecológicos respecto al total de alimentos consumidos en el país con un 11,50% en 2019. Esto supone una gran oportunidad para España, ya que se sitúa como el cuarto país europeo proveedor de alimentos ecológicos en Dinamarca.
Los consumidores están cada vez más informados y demandan productos de calidad, saludables, que respeten al medio ambiente y a los animales. Esto convierte a los productos de origen latinoamericano en la apuesta perfecta para conquistar el mercado europeo gracias a su alto valor añadido por sus características nutricionales, la forma de producción sostenible, etc.
España es el cuarto exportador mundial de productos ecológicos (el primero en la UE), el tercero que dedica más superficie de cultivo a producción ecológica y en varios productos es incluso el primer productor mundial, lo que lo convierte en un actor esencial del sector. Además, su posición geográfica estratégica (especialmente su proximidad con Francia y otros países atractivos) lo convierte en una puerta de entrada natural para los productos latinoamericanos.
De este modo, los productores latinoamericanos encontrarán en España la alianza perfecta para hacer llegar su amplia y variada oferta al continente europeo a través de un canal de acceso al mercado clave.
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