Los mercados de Europa del Este se ven obligados a modernizarse para adaptarse a las políticas de la Unión Europea y ajustarse a los objetivos comunitarios, lo que supone una gran oportunidad para las empresas españolas del sector de las energías renovables a la hora de apoyar la transición energética en la región.
La Unión Europea ha fijado diferentes objetivos para reducir progresivamente sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2050, lo que complica la política energética de países como Polonia, República Checa o Hungría.
El mayor desafío para estos países será garantizar un sector energético sostenible y seguro sin perder la competitividad del sector. Aquí será donde entre el juego el famoso concepto de la “seguridad energética,” definida por la IEA como la “disponibilidad ininterrumpida de fuentes de energía a un precio asequible.” Por lo tanto, estos países tendrán que buscar formas de conseguir un suministro constante y seguro de energía.
Aunque a menudo se ataca a estos países desde el Consejo Europeo por sus altos niveles de contaminación y de emisiones de CO2, es importante recordar que la Unión Europea es una agrupación de países muy diversos y por lo tanto habrá que considerar el pasado de cada uno para ver en qué punto de partida se encuentran actualmente de cara a implementar políticas ecológicas.
Los orígenes de esta dinámica se remontan al siglo XIX; cuando muchos países europeos comenzaron a utilizar el carbón como principal fuente de energía. Este fenómeno se debió a la alta densidad energética del carbón (superior a la madera) y su abundancia en Europa, lo que permitió un rápido desarrollo de la industria, convirtiéndose en un recurso clave. Sin embargo, la diferencia es que si bien este recurso se ha eliminado casi o incluso por completo en muchos países, hay países como Polonia que aún dependen de él porque mientras que las políticas ambientales en otros países comenzaron hace 30-50 años, el pico de Polonia en el uso del carbón llegó en la década de 1980. La razón fue que “los recursos de carbón y las relaciones precio-coste configuradas en el llamado bloque del Este favorecieron el carbón duro sobre los combustibles de hidrocarburos”. Como resultado, las medidas del país que limitan el consumo del recurso llegaron décadas después.
Por lo tanto, teniendo en cuenta su base, la transición energética en estos países será un proceso lento y costoso que requerirá una gran financiación.
Aunque esta energía renovable va cada vez cobrando mayor importancia, a día de hoy, no es suficiente para cubrir la demanda de los países que se ven obligados a respaldarse en otras fuentes más seguras como el gas natural (Alemania) o la energía nuclear (Francia).
En República Checa, se estima que el porcentaje de la energía proveniente de fuentes renovables alcanzará el 22% del total en 2030. Siguiendo esta tendencia, en Polonia se estima que para ese mismo año el porcentaje alcanzará el 21–23%, en Eslovaquia el 19.2% y en Hungría el 21%.
En Hungría la producción de energía renovable ha aumentado significativamente en la última década. Se ha reforzado la seguridad energética y se han realizado una serie de grandes inversiones en infraestructura de petróleo, electricidad y gas natural. Se esperan nuevas inversiones, en particular la construcción de dos nuevas unidades de generación de energía nuclear.
Polonia asume que para 2040 el gas representará el 30% de la producción de energía, la eólica el 30%, la solar el 5% y la nuclear el 16%. Varsovia planea tener su primera planta de energía nuclear lista en 2033.
De este modo, por su parte, la Comisión Europea estima que en diez años, las economías de Europa central y sudoriental (Austria, Bulgaria, Croacia, Grecia, Hungría, Italia, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Ucrania, Moldavia, Serbia, Macedonia del Norte, Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo y Montenegro) podrían cubrir el 34% de su creciente demanda de energía de forma rentable con energías renovables.
Respecto a su impacto medioambiental, acelerar la adopción de energías renovables en la región reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero en un 21% más allá de las políticas planificadas, comparable a las emisiones totales actuales de Rumanía y Bulgaria juntas.
Se estima que se necesitarán inversiones adicionales de 78 mil millones de euros de aquí a 2030 para que los miembros de la CESEC puedan construir un sistema energético que sea sustancialmente menos dependiente de los combustibles fósiles importados pero manteniendo la precios competitivos.
Al aumentar la capacidad, la participación de las energías renovables en la combinación energética de los miembros de la CESEC alcanzaría entre el 23% y el 56% en 2030.
Ciertas empresas han sabido ver esta región una gran oportunidad, como Iberdrola que ha adquirido recientemente tres parques eólicos terrestres en Polonia, reforzando la apuesta por este mercado eólico. La compañía ha puesto en marcha un importante plan de inversión de 75.000 millones de euros para el período 2020-2025, con el objetivo de duplicar su capacidad renovable y aprovechar las oportunidades de la transición energética que afrontan estas economías.
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Artículo escrito por Andrea Gallo.